Steve Albini: la compleja simplicidad.
Buscarle un sentido a hacer esto o decantarme por un tema con el que estrenarme no ha sido fácil. Parece que comenzar algo siempre aporta un grado de inseguridad estúpido. Bueno, con esto no pretendo más que escribir sobre cosas. Y supongo que hablaré sobre música y algo de cine. Que esto sirva como introducción del blog.
Dándole cauce al asunto, quiero hablar de Steve Albini. Quizás algunos ya lo conozcáis, otros no y a otros quizás os suene. Yo hasta hace nada pertenecía al tercer grupo.
Si te ha interesado la música independiente y las distintas escenas alternativas de Norteamérica de la década de los 80 y 90, en algún punto te habrá pasado lo mismo que a mí. Habrás escuchado su música por todas partes sin saberlo. Y, cuando hablo de su "música", me quiero referir tanto a composiciones suyas como a la música de otras bandas a la que ha "asistido". Albini es músico, pero sobre todo es el tío que ha sacado los sonidos más legendarios e identificables de muchos artistas. Vaya, que me refiero a que es principalmente conocido por ser ingeniero de sonido.
Ingeniero de sonido y no productor. Esta es una de las cosas que más lo caracterizan, su total rechazo al concepto de productor. Él se considera un ingeniero de sonido, porque según él lo único que hace es ayudar a capturar el sonido y las intenciones de la banda. Cree que es un insulto entrometerse en el proceso creativo de la banda, persuadiéndola para "pulir" su sonido, para tratar de hacerla más accesible, ensuciando la originalidad del artista.
Ya desde sus inicios Albini se mostró abiertamente en contra de todo el riel de sujetos que componía la industria musical (productores, managers, captadores, ejecutivos... y como no, las grandes discográficas). No sorprende a nadie que un tipo salido de las alcantarillas de lo underground soltara pestes de todo lo que suponía un sistema al que derrocar, al igual que todos los tipos salidos de las alcantarillas de aquella época. Y no digo que le falte razón, solo expongo que al fin y al cabo, con la perspectiva que tenemos ahora, era un tío más gritando. Esto no es de lo que quiero hablar precisamente, solo poner en contexto de a quien estamos tratando.
Big Black fue su gran primer proyecto. Luego le siguió Rapeman. Desde mediados de los 90 hasta hoy ha tirado con Shellac, una trituradora post-hardcore en la que aúna todo lo aprendido durante su carrera. Prayer to god es un claro ejemplo de lo que es Steve Albini: su idea ante la vida, ante la música, su forma y el sonido con el que ha embadurnado tantos álbumes.
Crudeza, esas es la mejor forma de describir su sonido. Y suena básico pero es que realmente es lo que lo define, por lo que multitud de artistas lo han querido para ellos. Pixies con su Surfer Rosa, PJ Harvey con Rid of me, o su más aclamado trabajo, In Utero de Nirvana. De hecho gracias al trabajo con los Pixies, Albini se conviritió en un ingeniero de culto entre las bandas, siendo Kurt Cobain tan fanático del sonido del Surfer Rosa o del Pod de The Breeders que no quiso pasar la oportunidad de trabajar con él.
Si habéis escuchado alguno de los temas que ha grabado, veréis que cuando me refiero a crudeza es algo literal. La ausencia de efectos en la guitarra (mas allá de una distorsión) y en la voz es evidente. El sonido que consigue sacar de las baterías en sus discos es simplemente único. Con la mera distribución de los micrófonos, y algo de maña en la mezcla, consigue una reverberación natural que hace que escuchemos una batería delante de nuestras narices. De hecho, parece que la banda entera este tocando realmente delante de nuestras narices. Logra de una forma muy sencilla y natural posicionar a cada uno de los músicos en sus grabaciones. Escuchar uno de sus temas se convierte en una experiencia muy auténtica y cómplice. Esta canción de The Breeders es un gran ejemplo de a lo que me refiero.
Conseguir enjaular las dinámicas de una habitación, de una banda, en una cinta de una forma tan simple es algo que me fascina. De hecho, Albini defiende la grabación en vivo de la banda, respetando al máximo la intención y la química de los músicos dentro de la sala. Y bueno, obviamente es un acérrimo defensor de la grabación analógica.
Todo este rollo de Albini viene en parte por la reflexión de como la música (y el arte en general) va atravesando etapas austeras, minimalistas, para dar paso a épocas más barrocas y sobrecargadas, para repetidamente volver a la sencillez, y así en un ciclo infinito. Gracias al trabajo de Albini, de otros productores y artistas, durante los 90 pudimos vivir una de las épocas más crudas musicalmente. Un sonido, que a mi parecer, consigue que sea mucho más atemporal que el sonido sobrecargado y efectista que dominó los 80.
Y, aunque respeto y admiro su trabajo, creo que Albini cae en algunas contradicciones. La que me llama más la atención es la del hecho de que su característico sonido (uno de los más identificables entre toda la variedad de productores) inunda cada una de las bandas con las que trabaja. En la actualidad, esto se ha suavizado, y se aprecia más versatilidad en sus trabajos (aunque sin abandonar muchas de sus señas de identidad). Esto choca contra su crítica hacía los propios productores; que recordemos que en gran parte rechaza a la figura por entrometerse en el sentido creativo de la banda. A pesar de ello, él siempre deja su firma indistinguible en cada uno de sus trabajos, entrometiéndose en el sentido creativo de la banda.
De todas formas, tengo que quedarme con sus luces antes que con sus sombras. Y es que Albini consigue hacer adictivo su sonido. A estas alturas, ya hay miles de músicos y productores que han trillado su fórmula. Su influencia ya es reconocida, siendo una pieza importante en el desarrollo del math rock por ejemplo. Pero realmente tuvo que ser una gran revolución en su época, no extrañándome que muchos de los artistas más potentes hubiesen querido trabajar con él.
Posiblemente ahora estemos viviendo una de esas épocas barrocas, con géneros como el trap, neo-soul, edm, reggaeton y todo el pop (en general el mainstream). Aun así, también considero que estamos viviendo una época, fuera del mainstream, donde conviven gran cantidad de estilos y formas, muchas diametralmente opuestas. Así que... ¿Quizás hayamos visto el final de estos ciclos minimalismo-barroquismo? ¿O realmente se tiene que volver a imponer la sencillez y viene una nueva oleada de austeridad sonoramente hablando?
En fin, solo quería hacer un poco de homenaje a la figura de Albini, a lo que supuso y posicionarme a favor de la autenticidad, la originalidad y la compleja simplicidad.
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